Hace días que está circulando por las redes sociales un vídeo con muy buena acogida.

Lo han hecho los de InKNOWation para invitarnos a convertir nuestros sueños en realidad. Si no lo has visto te animo a que lo hagas; al final del artículo lo tienes.

En realidad lo que más me ha llamado la atención son algunos comentarios que he leído sobre el vídeo y que se resumen más o menos así: “Sí, esta es la teoría del cambio pero, ¿cómo lo llevo a la práctica? ¿por dónde empiezo?

Claro, esta es la gran pregunta y donde empieza el verdadero trabajo. Solo o acompañado, eso lo decide cada uno. Lo que quiero compartir aquí son tres ideas concretas que a mí me han funcionado:

1. ¿Cuándo te dan las gracias? Fíjate bien: ahí están tus fortalezas

Fíjate en aquello que más te agradecen los demás en tu vida y en tu trabajo, estos son tus dones y aquí está tu fuerza.

Por ejemplo: buscar soluciones, tener un sentido estético, saber escuchar en las dificultades, resolver conflictos entre dos partes… coge el hábito de fijarte en ello porque aquí está tu genialidad.

Ya eres aquello en lo que te quieres convertir, no tienes que intentar ser una persona nueva. Los recursos personales que necesitas para el cambio ya los tienes, sólo que seguramente los has olvidado o no los has usado con frecuencia. Se trata de recuperarlos.

2. Trae tu futuro al presente: visualiza

Recrear en el presente lo que uno quiere lograr es una herramienta muy potente para anclar los objetivos. Al hacerlo te das cuenta también de lo placentero que es visualizarte en lo que de verdad deseas, con lo que estás aún más motivado.

Este es un ejemplo basado en la PNL: Visualízate ya en el futuro, haciendo lo que deseas, el cambio ya conseguido. Entonces, siente, siente, siente (yo insisto, a mí esto me ayuda) y ponle palabras a las emociones y sensaciones físicas. Después piensa en una persona en concreto a quien se lo querrías contar e imagina que le explicas tu nueva situación, lo que haces y cómo te sientes. Ponle palabras, en voz alta. ¡Disfruta!

3. Descubre tus valores (y no los de la sociedad)

En una formación hicimos este ejercicio: nos pidieron que buscáramos tres experiencias significativas de nuestra vida, dos positivas y una negativa.

“Escribid qué las hace especiales” – nos pidieron – “porque esa es la llave a vuestros valores intrínsecos, los que definen qué es importante para vosotros”. Una de mis escenas era un salto en paracaídas en el que me divertí de lo lindo con mi compañero. La alegría compartida era lo que le daba valor, justo algo que es fundamental en mi trabajo: sentir alegría en lo que hago y en las relaciones.

Si actuamos en contra de nuestros valores únicos (no los generales) los objetivos se volverán incongruentes e incómodos. Si los tenemos en cuenta nos servirán como guía para saber si vamos por buen camino.

Esto es lo que me ha funcionado a mí. Y tú, ¿tienes alguna otra idea?

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P.D. Aquí tienes el vídeo

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