Hoy vengo algo polémica. Sé que puede doler, pero si lo que sigue a continuación te suena familiar este artículo es para ti.
Estar pendiente de lo que el otro necesita, protegerle de posibles daños, ayudarle a arreglar sus asuntos, escuchar sus problemas, buscar posibles soluciones a sus problemas… son algunas maneras de cuidar y ayudar a los demás.
Hasta aquí parece que todo bien.
El problema empieza cuando traspasas una delgada línea y pasas de cuidar de alguien de forma puntual a hacerlo de forma habitual. Cuando se convierte en una manera de relacionarte con tu pareja, tus amigos, o incluso con tus padres.
Te conviertes en un Ayudador Compulsivo.
Incluso si esa persona necesita ayuda de verdad, porque está enferma o es mayor por ejemplo, puedes cruzar esa línea y convertirlo en un vicio; y ahora verás por qué.
¿Cuáles son los problemas de querer ayudar y cuidar a los demás de esta forma?
- Al estar pendiente de lo que necesitan los demás te vas olvidando de ti mismo. No es que te olvides de tus necesidades; ¡es que incluso no sabes ni cuáles son!. Has dejado de preguntarte qué te apetece hacer o qué te hace bien a ti.
- Adoptas un rol tóxico con la otra persona. Es decir que os daña a los dos. En parte es porque pones al otro en el rol del “débil” y sin querer lo empobreces o consideras poco capaz de poder tomar sus propias decisiones y cuidarse.
- No creas una intimidad real: al tomar más responsabilidades va creciendo tu papel de cuidador y puedes caer en la trampa de creerte más importante que el otro. Cuando la relación no es de iguales, la intimidad (el compartir lo verdadero de uno) es más difícil que se dé.
Como dice Joan Garriga en su libro El Buen Amor en la Pareja:
“A menudo, el que da de manera compulsiva se pone en lugar de superioridad y esconde su necesidad de recibir, para tener al otro dependiente y bajo control, haciéndolo sentir necesitado, y argumentándole, eso sí, como amor absoluto.”
Acompañar al otro en vez de arreglarle la vida
Es la alternativa a ayudar compulsivamente. Aquí van algunas ideas sobre cómo hacerlo:
- No tirar del carro sino sentarte junto al cochero. Acompañar es dar la mano a la otra persona, yendo a su mismo paso, no por delante de ella. Esto es lo que hacemos cuando nos adelantamos a sus deseos o necesidades, hacemos las cosas por ella o la sobreprotegemos.
- Preguntar antes de dar. Sería decirle al otro: “Estoy aquí, ¿quieres que te ayude con esto?”. Así le das la opción de tomar tu ayuda o no. Y luego vendría: ¿Y cómo quieres que te ayude? Cuando alguien es mayor o está enfermo esto te permite acompañarle sin restarle su independencia ni dignidad.
- Observa si alimentas la dependencia. Algunas personas se vuelven dependientes emocionalmente por alguna circunstancia de la vida. Ya sabes; no es tan raro que nos pase. O su carácter es así. Si te ocurre esto con tu pareja, con algún amigo o familiar observa si tú lo estás alimentando porque:
— Te cuesta sostener el sufrimiento del otro y prefieres “salvarle”
— En el fondo te es más fácil olvidarte de tus asuntos incómodos y ocuparte de los demás
— Te crees obligado a ello por alguna razón
— Porque te hace sentir fuerte y protector
- No te vayas a la luna. Es posible acompañar al otro sin perder contacto con lo que tú necesitas. Sobre cómo hacerlo escribí en este post. Se trata de saber cuáles son tus necesidades para ir sacando tiempo y atenderlas (si no es en ese preciso momento, sí más tarde)
- Permite que el otro te ayude a ti. Para ello toca mostrar tu vulnerabilidad y dejarte acompañar; esto equilibra el dar y el tomar en una relación haciéndola más sana y duradera.
¿Te has visto tú en una situación parecida y tienes algún consejo para gestionarla? Cuéntamelo en los comentarios, más abajo, porque me gusta saberlo.
¡Hasta pronto!
B&B (Besos y Buenas vacaciones)
Hola Cris, me encantó tu artículo sobre el vicio de ayudar a otros, son muchas las veces que lo hice pensando solo en mí,aunque no era conciente en ese momento y creía que lo hacía por y para el otro y surgían dentro mío esas actitudes.
Cuando con el tiempo, aprendí hacerlo realmente para ayudar desde otro lugar, me dí cuenta que cuando parecía hacer menos, verdaderamente era cuando más hacía y la ayuda realmente era más eficaz.
Un abrazo grandeeee!
Hola Mirta,
Me alegra que te haya gustado. Admiro que hayas encontrado otra manera de ayudar, desde otro lugar, y realmente haciendo menos. Ese es un aprendizaje para mí también.
Un abrazo!
Discrepo totalmente, como de la noche al día.
Lo que describes en tu artículo, ni es ayudar, ni es cuidar, es sobreproteger. Y esa sobreprotección al que se le hace adoptar el papel de débil tan sólo sirve para llenar la inseguridad y el ego del que adopta el papel de fuerte.
Ayudar, es dar cuando alguien lo necesita. A veces se hace sin permiso, porque la persona no sabe pedir o no quiere ayuda según su situación. Pero siempre hay que saber cuándo ayudar o no. De nada sirve mandar comida en un terremoto cuando lo primero que hace falta es gente que de los primeros auxilios y ayude a buscar supervivientes. Ese tipo de ayuda entorpece la consecución del fin, y muy probablemente, le hace fracasar.
Cuidar, es prestar atenciones a alguien que no tiene que sentirse vigilado continuamente. Es resultado del apego emocional, y normalmente, fluye en ambos sentidos, yo cuido de tí, tú cuidas de mí, ambos nos cuidamos, pero estar pendiente todo el día de alguien, olvidándote de tí mismo, no es cuidar, es obsesión o acoso.
Incluyamos también que no sólo el que ayuda se enfatiza en su puesto de superioridad. Una persona que adopte el papel de débil también puede coaccionar a recibir los cuidados continuos de su víctima, quejándose continuamente, mostrándose incapaz de hacer las cosas más fáciles y mostrándose como un inepto para que la otra persona, por afán de ayudarla porque sino “no puede hacer nada la /el pobre”, ya cae en la trampa.
Por tanto, sobreproteger, coaccionar, chantajear, depender, manipular, etc… no tienen nada que ver con ayudar (prestar cooperación) y cuidar (Poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo). Cuidemos los significados de nuestras palabras, y no los ensuciemos por el mal uso haciéndolas sinónimos de otras que no tienen nada que ver.
Y ahora, me voy a LinkedIn a postear mi opinión también allí. De todos modos, gracias por compartir el artículo.
Hola bdellovibrium,
Gracias por leer el artículo y por tomarte el tiempo de comentarlo. Entiendo lo que quieres decir al definir las palabras “cuidar” y “ayudar”.
Cuando yo las menciono me refiero a algo parecido a lo que tú te refieres cuando hablas de sobreproteger o depender. Justo por esto lo matizo y explico que es un “vicio” si uno cuida o ayuda de forma compulsiva, como un hábito inconsciente o tomando un rol fijo en una relación.
De todas formas, si no estamos de acuerdo en el uso de las palabras, lo respeto, por supuesto.
Un saludo.
Gracias cris por tu artículo.
Como siempre, impecable. El ‘ayudador compulsivo’ pretende ayudar, sin duda. La sobreprotección y el complejo de mártir son consecuencia de hacerlo mal, como describes.
Ojala nos hubieran enseñado este tipo de cosas en el colegio…
gracias!
Mars
Hola Mars!
Ojalá nos hubieran enseñado esto, sí. Menos raíces cuadradas que de nada me han servido (por mucho que digan que mejoraron mis conexiones neuronales) y más inteligencia emocional.
¡Gracias a ti por pasarte por aquí!
Un beso grande
Hola Cristina,
¡Me ha encantado tu artículo! sobre todo cuando te refieres al rol del que ayuda y a hacer las preguntas adecuadas, e incluso diría que a dar el espacio suficiente para que el otro nos pida ayuda. Gracias!
Hola Josune,
¡Gracias a ti por pasarte por aquí!
Me alegra que te guste, pero sobre todo por si te sirve de algo.
Una buena idea lo que dices: dar espacio suficiente al otro para que nos pida ayuda… y aguantarnos las ganas de ayudar de inmediato.
Un saludo!
Hola Cristina
Me ha gustado mucho tu artículo y además me ha venido fenomenal porque me está pasando algo parecido con mi suegra y me ha hecho pensar mucho.
Todo esto viene muy bien para corregir los errores, a veces lo que empieza como ayuda se convierte en obligación y ahí es donde empiezan los verdaderos problemas.
Gracias
Hola Cristina,
Me alegra que te haya venido bien para la situación concreta con tu suegra y espero la puedas reconducir para sentirte bien tú.
Mira, justo hoy, tras unas vacaciones yo también me estoy replanteando lo que hago por obligación en vez de genuinamente, como comentas, y es un alivio en el fondo.
¡Gracias por tu comentario! y un saludo.