Cuando el año pasado abrí un curso de atención terapéutica recibí solicitudes de inscripción por escrito que decían: “Estoy interesado en el curso porque quiero aprender a cuidarme”.

Yo tenía curiosidad por saber a qué se referían.

Es lo que dice tu madre cuando te ve con ojeras y el pelo como una escarola: “Tienes que cuidarte”.

O lo que te dices a ti mismo cuando vas estresado. ¿Te suena?

¿Pero qué significa realmente eso? ¿Se trata de no faltar al gimnasio, cocinar sano, dejar a los hijos con los suegros el viernes por la noche para disfrutar de tu pareja o de irte a dormir a las 11?

¿No te pasa que en ocasiones no sabes bien ni cómo hacerlo?

A veces no es tan fácil saber lo que realmente necesitamos para estar bien. Llegas a la noche con la sensación de haber hecho muchas cosas, pero sin estar seguro de haberte cuidado realmente.

Dos factores clave por los que te puede pasar esto son:

  • Estás metido en una rueda de pensamientos. Uno sigue al otro y en tu cabeza hay un diálogo incesante; así es muy difícil saber lo que necesitas ¿Tomar un descanso o ir a hacer las compras pendientes? ¿Escribir ese email o cerrar el ordenador?
  • Estás atrapado por la Pereza Activa: haces muchas cosas buscando sentirte bien pero ignoras los asuntos importantes; la actividad te anestesia de lo que realmente te hace bien.

Así que acabas por olvidarte de tus necesidades.

Hay una manera de reconocerlas a través del cuerpo, pero en vez de explicártelo te invito a que sigas estas instrucciones según las lees ahora.

Instrucciones para conectar con tu necesidad ahora mismo

  1. Toma dos respiraciones, sin más. Sin pretender cambiar nada.
  2. Presta atención a tu cuerpo: nota los puntos de apoyo en los pies, nalgas, espalda, brazos…
  3. Fíjate en si el material en el que te apoyas es blando o duro y en su temperatura.
  4. Observa si hay alguna tensión en tu cuerpo, alguna zona de incomodidad: la mandíbula apretada, los hombros encogidos, el ceño fruncido, el estómago contraído… el solo hecho de prestar atención cambiará algo.
  5. Estando en contacto con esa sensación observa qué movimiento te apetece hacer: estirar alguna zona, levantarte, masajearte la cabeza… tú mandas.
  6. ¡Hazlo!
  7. Pregúntate qué te haría bien en realidad en este momento. Ponle nombre concreto (descansar 5 minutos, hacer una llamada para cerrar un asunto pendiente, decir que “no” a algo o alguien…)
  8. ¿Puedes hacerlo? ¡Hazlo!
  9. Si no puedes seguir tu deseo en este preciso momento no pasa nada; tu cuerpo ha guardado la información y lo tendrás más en cuenta el resto del día, consciente o inconscientemente.
Verás que lo que necesitas cada día puede cambiar; no es algo que siga rutinas fijas estrictas ni patrones marcados por otros.

Reconoce lo que es importante para ti en el momento y respétalo tanto como puedas. Cuando yo no lo hago tengo una sensación de malestar; hasta que no escucho a mi cuerpo no me doy cuenta de que me estoy olvidando de alguna necesidad.

Para poder respetar esto tan valioso no queda más remedio que renunciar a lo no importante; por muy bonita que nos parezca la idea de llegar a todo. No queda otra que poner límites a los demás (y a nuestra propia tendencia a distraernos).
Pero el resultado merece la pena, porque al fin y al cabo esta es tu vida, ¿No crees?

Y tú, ¿has probado el ejercicio que te he contado en este artículo? ¿Tienes alguna idea o truco para saber qué necesitas hacer en un momento dado para sentirte bien contigo mismo? Ya sabes, tienes tu espacio en los comentarios más abajo.

Espero que te artículo te sea útil. ¡Hasta pronto!

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