Hace unos días recibí un mail de alguien que decía: “me siento sola”. Estas tres palabras me conmovieron. “¡Nadie debería sentirse solo, somos tantos en este planeta!” – pensé. Pero así es, muchas personas se sienten solas a veces… o muchas veces.

No pude consolar a esta persona con ninguna palabra, cualquier cosa que escribía me sonaba inútil.

Pero sí quiero compartir con ella y contigo algo que me ha pasado hace poco.

Cuando estás con gente pero te sientes solo.

Estamos a finales de agosto. Me he apuntado a hacer un curso de psicoterapia con más gente, mucha otra gente, más de cien. Voy en un coche camino de un pueblecito de Burgos, hace sol. Todo pinta bien, el paisaje se va volviendo verde, voy a estar acompañada y seguramente aprenderé mucho.

Pero yo por dentro no me siento bien, y no esperaba que me fuera a pasar esto.

Yo vengo de duelo, triste aún por cómo murió mi padre y sintiéndome más sola que nunca porque nadie me va a entender de verdad. Una soledad grande. Como cuando tiendes una sábana blanca en la terraza de tu casa y te olvidas de ir a buscarla. Se queda allí tendida al sol y al viento días y días.

Una noche estoy en el baño compartido, lavándome los dientes agachada, esperando acabar pronto para irme a dormir (total, qué sabe nadie cómo me siento). Por el rabillo del ojo veo a alguien que conozco, que creo ha pasado por algo parecido a lo mío. Me estiro, me seco la boca y aún con un poco de miedo le digo: “mi padre murió y me he acordado de ti”.

Al poco rato ya somos tres mujeres compartiendo sus historias de pérdida, cada una la suya tal como fue, con sus dolores y sus alivios.

Me escucho hablar y hablar, mi corazón se va poniendo blando y caliente; cada cosa que cuento sobre el dolor que arrastro me alivia. Miro a estas mujeres a los ojos y me veo a mí, a mis hermanas, una pequeña tribu en el baño. Ya alguien vino a buscar la sábana blanca tendida al sol.

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Me voy a la cama, mi litera de abajo. Apago la luz del Iphone y cierro los ojos. Ya no me siento sola.

Sé que no todo el mundo me va a entender, pero voy a mostrar lo que me pasa, voy a permitir que alguien me vea tal y como soy, tal y como estoy. Porque si yo no me abro nadie me puede acompañar por dentro, y eso sí es estar sola.
Los días siguientes fueron más fáciles. Claro que tuve algún momento de soledad, pero también los acogí. El grupo no me va a salvar de todos mis asuntos difíciles y los vínculos llevan su tiempo.

Esto es lo que quería contarte hoy.

Si te sientes solo muéstrate, date tiempo para hacerlo… y hazlo. Dales tiempo a los demás para verte. No importa si alguien no te entiende, nadie es perfecto. Alguien más lo hará.
Puedes haberte aislado, puede costarte acercarte a los demás, pero no estás solo – sólo te has separado unos pocos metros.

¿Te ha pasado a ti algo parecido? ¿Qué es lo que más te ha ayudado? Cuéntamelo en los comentarios del blog, más abajo; eres bienvenido 😉

Con cariño.

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