Preocuparse es algo inevitable; lo hacemos para buscar soluciones a los problemas. Pero cuando no dejas de darle vueltas a las cosas y te vas angustiando por momentos, ya no es de ayuda.

Al contrario, se convierte en algo tóxico.

Sin embargo hay tres pasos muy concretos que puedes dar para controlar la preocupación.

Quiero compartirlos contigo porque:

  1. Es lo que hago yo, no es pura teoría
  2. Porque los tres pasos son muy útiles
  3. Porque seguramente ya los has aplicado alguna vez y no te has dado cuenta

Vamos allá entonces.

Clave nº 1: Nunca te preocupes en soledad

Esta clave te “puede salvar la vida” porque te alivia al momento. Una de las ironías de la vida moderna es que estamos super-conectados electrónicamente pero no físicamente: hemos perdido la sensación de pertenecer, de tener compañía al alcance de la mano. Alguien con quien conversar en persona.

Somos personas rodeadas de personas sin estar realmente conectados.

¿Estás de acuerdo? Yo sí. Generalizando, claro.

¿Qué puedes hacer entonces si te preocupas obsesivamente? Comparte tu preocupación.

Pero más incluso: comparte tu preocupación con la persona que más te pueda ayudar. Ten claro con qué persona te puedes preocupar “mejor” sobre tus relaciones, tu negocio o tu salud. Seguramente serán personas diferentes porque ya tienen algo de experiencia en ello.
Y si no tienes a esa persona, búscala.

Con un amigo íntimo puedes compartir cualquier cosa, pero para tu preocupación específica quizás necesites hablar con otro amigo que haya pasado por algo parecido o con un experto.

Clave nº 2: Infórmate de los hechos

Conoce los detalles para que entiendas mejor tu problema. Esta clave funciona tan bien porque la preocupación tóxica se basa en:

  1. Información incorrecta
  2. Falta de información
  3. Ambas

Así pues habla con la persona que hayas elegido y asegúrate de que tienes todos los datos y que no ignoras otros.

¿Cuántas veces te has preocupado por algo, por un problema de salud, por un malentendido con un amigo o por algo económico y hasta que no tienes todas las pruebas médicas, recapitulas en frío lo que pasó con tu amigo o haces números no empiezas a salir de la rumiación?
Para mí la clave es dejar de suponer o imaginar y ver qué datos reales tienes.

Recuerda hacerlo en compañía (clave nº1).

Clave nº 3: Elabora un plan

Elabora un plan de acción y si no funciona lo revisas. Cuando tienes un plan te sientes más en control y menos vulnerable.

A mí esta clave me gusta y me ayuda: cuando noto que me estoy preocupando demasiado por algún asunto decido hacer algo al respecto YA. Lo planeo después de reflexionar un poco, no monto un plan a lo loco. (Aunque algunas veces sí lo he hecho y así de mal me fue; me faltaba la clave nº 2: infórmate de los hechos).

A veces he ignorado el plan porque el asunto se ha solucionado de otra manera, pero me da mucha seguridad tenerlo.

Pero sobre todo…

… para mí de todas estas claves, la más importante es la primera.

Si te preocupas en soledad generalizas, te paralizas y te vas hundiendo. Si lo haces con alguien es un alivio y muchas veces acabas arreglando el problema o pudiendo reírte un poco de él.
Si quieres tener más estrategias para dejar de preocuparte puedes leer este artículo que escribí hace un tiempo.

¿Qué te parecen estos tres consejos? ¿Alguno te ha servido ya? Cuéntamelo en los comentarios, tengo curiosidad por saberlo.

Con cariño,

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Cristina Enjuto
Trabajo en sesiones de psicoterapia con personas que buscan tomar una dirección a nivel personal y sentirse más seguras, tranquilas y capaces de lograr sus objetivos.
Soy terapeuta Gestalt, Master-Trainer en PNL y estoy formada en Psicoterapia Integrativa en el programa SAT de Claudio Naranjo. ¿Quieres saber cómo puedo ayudarte? Visita la pestaña "Servicios".