Hay días en los que te levantas con la sensación de que tu vida estable tiene agujeros negros: tu casa está vieja, tu trabajo apesta y te han salido gastos por todas partes.
“Qué animada que empieza hoy” – pensarás.
Pero en realidad quiero compartir algo que viví hace unos días, por si arroja un poco de luz a esos días de agujeros, si los tienes.
El fin de semana pasado hice en Rigpa, el centro donde medito, un curso llamado Preparación para la Muerte. Iba sobre los asuntos materiales, emocionales y espirituales que conviene tener apañados para cuando te mueras. Suena duro ¿verdad? La mala noticia es que todos vamos a morir, incluidos tú y yo. La buena noticia es que todos vamos a morir, así que podemos empatizar entre nosotros y acompañarnos cuando nos toque.
Kirsten DeLeo es una de esas personas que acompaña a los moribundos; fue como un ángel caído del cielo que dio el curso con una mezcla de suavidad y coraje.
¿Qué has hecho en esta vida que merezca la pena?
Nos explicó que cuando vamos a morir nos angustiamos ante la posibilidad de que, después de tanto tiempo, no hayamos hecho cosas que de verdad hayan merecido la pena; que hayamos vivido adormilados. Así que algo importantísimo que necesitamos recordar antes de morir es todo el bien que hemos hecho (a nosotros y a los demás) y dar valor a lo que hemos conseguido.
“Celebra tus logros, celebra tus logros una y otra vez” – es la frase que los maestros susurran al oído de los moribundos.
Después de estas y otras explicaciones hicimos una meditación guiada en la que visualizábamos nuestra propia muerte, ya te hablé de ella en este artículo, ¡hacen falta ganas para meterse ahí!
Una visión del momento final
Cerré los ojos dispuesta a entrar en este viaje tan intenso, otra vez. Estando ya al final de mis días me vi tumbada en la cama, consumida como un pajarito pero tranquila, repasando mi vida. Y entonces… ¡Justo!… Allí estaba esa sensación de angustia y la famosa pregunta: ¿Qué he hecho yo en esta vida que merezca la pena?
Rebusqué y rebusqué entre recuerdos y sensaciones pero faltaba algo…
De golpe, en ese momento recordé: “Celebra tus logros, celebra tus logros una y otra vez”
La sensación fue muy clara y muy simple: mis logros, los que me llenaban de calor el pecho, no tenían que ver con la casa tan chic en la que viví, ni con los trabajos ambiciosos por los que aposté, ni siquiera tampoco con el dinero que amasé en el banco.
Mis logros tenían que ver con las personas.
Tenían que ver con lo que he aportado y me han aportado muchas personas que se han cruzado en mi vida…. y también con la profunda sensación de saber que amo y de sentirme amada; con mis vínculos de corazón.
Dentro de la visualización, estos vínculos empezaron a asomar como caracoles en un día de lluvia: la relación con mi ex pareja, de quien me he separado con mucha comprensión por ambas partes, mis amigos de Barcelona, que me están escuchando tanto últimamente, mis amigas de toda la vida en Valladolid, fieles como soldados japoneses, mi familia de origen, que son como una piña, mi amigo viajero Alex, siempre tan generoso en muchos sentidos…
Los vínculos son importantes
Ya de vuelta a la realidad, en la sala del curso, otros compañeros explicaron que en su visualización también habían conectado con relaciones queridas. Claro, cómo no.
El vínculo es vital para los seres vivos; como primates que somos nuestra supervivencia física y emocional depende de ellos.
Por eso cuando una persona querida muere, alguno de los padres se aleja de sus hijos o hay una ruptura súbita de pareja, inicialmente sentimos que el vínculo ha muerto y que nuestra supervivencia física y emocional está en peligro real.
Por eso se dice que los vínculos tienen algo de sagrado.
El mensaje desde el futuro
Muchos de nosotros ya sabemos que las relaciones son importantes, pero mi yo moribundo, sabio como nadie, me había lanzado un sutil nuevo mensaje desde el futuro:
¡Celebra tus vínculos! ¡Celebra tus vínculos! – me dijo – “No esperes a morir para darte cuenta de que ya los tienes, de que eres querida de muchas maneras, de que hay gente a la que amas. Celébralo y vive ese amor ahora, no esperes a morir para darte cuenta de que ya lo tienes.”
Mi yo moribundo me recordó el valor de algo que ya tenemos, intangible y tremendamente valioso.
Reconoce tus vínculos y celébralos, una y otra vez. No es nuestra casa, la belleza, ni nuestra nómina lo que nos llevamos; es el amor que pudimos dar y recibir con nuestro buen corazón.
Y tú, ¿habías reflexionado ya sobre esto o algo parecido? ¿Hay algo que te ha ayudado a valorar tus vínculos o a cuidarlos? Creo que todos podemos aprender de todos. Eres bienvenid@ en los comentarios más abajo, como siempre.
With love,
Gracias Cristina por compartir esta vivencia tan bonita, ahora mismo yo estoy pasando por esa situación de lucha interna donde una parte mia sabe la verdad de lo que es importante en la vida, de reconocernos aprendices y la otra esta metida en el plano material de querer trascender hacia un éxito que ya sabemos que no es el material sino como bien comentas lo que hayamos cosechado de amor, gracias.
Hola Romina,
Claro, es que vivimos en un mundo material y a veces nos enroscamos en él. A mí me está ayudando seguir ambicionando, haciendo, apuntando alto, pero reduciendo la importancia externa de lo que hago (para los demás no es tan importante) e interna (y para mí, en el fondo tampoco, podría ser feliz sin ello). ¡No digo que sea fácil! pero es una opción. Gracias por pasarte y comentar; mucha suerte y éxito con tu momento presente.