La  vida me ha dado batacazos que han puesto en peligro mi autoestima, eso pasa.

Como a ti, imagino.

Sin embargo ha llegado un punto en el que decirme cosas bonitas que me recuerden mis fortalezas ya no me convence.

Mira que hacía tiempo que lo venía venir…

No he podido ponerle palabras exactas hasta hace poco. Así pues, si alguna vez te has sentido de menos o fracasado y quieres contemplar una nueva manera de recuperarte, aquí tienes el primero de esta serie de dos artículos que he escrito. Ojalá que esta visión te inspire tanto como me ha inspirado a mí.


“No te preocupes, tú vales mucho y eres muy lista”

“Mira lo lejos que has llegado, todas las cosas que has logrado”

“Saldrás de esta con tu talento”

¿Te suenan? Son algunas de esas cosas que se supone sanan nuestra pobre autoestima, pisoteada por una manada de búfalos (dígase, pisoteada por los momentos difíciles de la vida).

Consolarnos con más de lo mismo: helado de doble bola.

Cuántas veces me he dicho estas “cosas bonitas” a mí misma y a mis amigos en esos momentos difíciles.

Cuando en el trabajo ha ido mal, cuando alguien importante te rechaza, cuando nos sentirnos más viejos, gordos o flacos, o menos listos que los demás.

Es natural, unos a otros nos decimos estas cosas para animarnos.

Antes de que me digas nada… no pongo en duda que recordarnos nuestras fortalezas nos puede ayudar. A mí me ha servido de mucho: de niña mi autoestima andaba por algún lugar del sótano, así que gracias a dios que dejé de machacarme. Y lo veo también con mis clientes y sus procesos, sanar la herida original es imprescindible.

Pero en mi experiencia, a veces el hecho de no sentirnos capaces, atractivos, listos etc. es, en el fondo, una herida “narcisista”: es el concepto de nosotros mismos lo que está herido, nos han criticado o rechazado esa parte nuestra que estaba “más o menos bien” y con ello pensamos que valemos menos.

Como si fuéramos un niño cuyo helado de fresa resbaló al suelo y se echó a perder, creemos que al fracasar en algo hemos perdido parte de nuestra valía, como el helado estampado en el suelo.

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Y cuando intentamos subirnos la autoestima con esas afirmaciones sobre nuestros talentos o capacidades, es como si al momento de perder el helado viniera papá, abriera su cartera llena de billetes y nos comprara otro helado, jugoso, de doble bola y dos sabores (fresa y chocolate), para intentar compensarnos.

¿Funcionan estas palabras?

Intentamos compensar lo perdido con más de lo mismo, helado con doble helado.

A veces no acaba de funcionar porque,obvio, lo podemos volver a perder.

Algunos hacen de este mecanismo de reafirmación su manera de estar en el mundo: “yo valgo mucho”, “yo soy sexy”, “yo soy muy listo”, se dicen como reacción cuando el sentirse menos asoma por la puerta; una autoestima baja está debajo de muchas personas que parecen tener la autoestima alta.

Ni a ellos ni al resto este mecanismo nos acaba de funcionar porque, en última instancia, no valemos por ser capaces, atractivos o listos, ni por otros talentos de ninguna clase. No valemos por ninguna de nuestras habilidades mentales, físicas o logros de cualquier tipo, por muy lejos que nos hayan llevado.

Valemos por algo mucho más básico.

Totalmente inseparable de nosotros mismos, algo que nunca podemos perder.

Valemos porque tenemos las cualidades universales de lo que significa ser un “ser humano”.

Que es un ser independiente de los demás.

Que es valioso por el mero hecho de estar vivo.

Que puede encarar y asumir cualquier cosa que le suceda, cualquiera.

Y cuya capacidad de dar y recibir amor está intacta aún tras las peores circunstancias, incluso si ha sido rechazado, criticado o humillado.

Son los cuatro pilares valiosos de nuestro ser que nada ni nadie nos puede quitar. Nunca.


¿Cómo te quedas?

Quizás ya vas viendo que hay otros pilares en los que poder basar nuestra autoestima…

En la segunda parte de este artículo te contaré más sobre estos cuatro pilares, porque es mucha información y quiero presentarla poquito a poco. Mientras tanto nos vemos aquí, en los comentarios más abajo (eres bienvenid@ a comentar)

¡Hasta dentro de una semana!

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